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BALTASAR DEL ALCÁZAR


Baltasar del Alcázar

(Sevilla 1530 - 1606)




 

Al Amor  

     Amor, no es para mí ya tu ejercicio, 
porque cosa que importa no la hago; 
antes lo que tu intentas yo lo estrago, 
porque no valgo un cuarto en el oficio. 

     Hazme pues, por tu fe, este beneficio: 
que me sueltes y des carta de pago. 
Infamia es que tus tiros den en vago: 
procura sangre nueva en tu servicio. 

     Ya yo con solas cuentas y buen vino 
holgaré de pasar hasta el extremo; 
y si me libras de prisión tan fiera, 

     de aquí te ofrezco un viejo mi vecino 
que te sirva por mí en el propio remo, 
como quien se rescata de galera. 

 

A Cristo

     Cansado estoy de haber sin Ti vivido, 
que todo cansa en tan dañosa ausencia. 
Mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia, 
si me falta el dolor de arrepentido? 

     Pero, Señor, en pecho tan rendido 
algo descubrirás de suficiencia 
que te obligue a curar como dolencia 
mi obstinación y yerro cometido. 

     Tuya es mi conversión y Tú la quieres; 
tuya es, Señor, la traza y tuyo el medio 
de conocerme yo y de conocerte. 

     Aplícale a mi mal, por quien Tú eres, 
aquel eficasísimo remedio 
compuesto de tu sangre, vida y muerte. 

 * * *

Cercada está mi alma de contrarios; 
la fuerza, flaca; el castellano, loco; 
el presidio, infïel, bisoño y poco, 
ningunos los pertrechos necesarios. 

     Los socorros que espero, voluntarios, 
porque ni los merezco ni provoco; 
tan desvalido, que aun a Dios no invoco 
porque mis consejeros andan varios. 

     Los combates, continuos, y la ofensa; 
los enemigos, de ánimo indomable; 
rota por todas partes la muralla. 

     Nadie quiere acudir a la defensa... 
¿qué hará el castellano miserable 
que en tanto estrecho y confusión se halla? 

 
 Al Amor

     Di, rapaz mentiroso, ¿es esto cuanto 
me prometiste presto y a pie quedo? 
¿Andar mirlado entre esperanza y miedo, 
cercado de respetos, hecho un tanto? 

     Sustos, celos, favores, risa y llanto 
dalos, Amor, a quien se lame el dedo; 
los que me diste a mí te vuelvo y cedo, 
no quiero tomar más cosa de espanto. 

     Bien siento las heridas y que salgo 
de tu poder para ponerme en cura, 
porque tengo aún abiertas las primeras. 

     Y juro por la fe de hijodalgo 
de si mi buen propósito me dura 
de no partir de hoy más contigo peras

 

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