ATRÁS MIGUEL DE UNAMUNO
Agranda la puerta...
Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños, yo he crecido, a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad; vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar.
A mi buitre
Este buitre voraz de ceño torvo que me devora las entrañas fiero y es mi único y constante compañero labra mis penas con su pico corvo. El día en que le toque el postrer sorbo apurar de mi negra sangre, quiero que me dejéis con él solo y señero un momento, sin nadie como estorbo. Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía, mientras él mi último despojo traga, sorprender en sus ojos la sombría mirada al ver la suerte que le amaga sin esta presa en que satisfacía el hambre atroz que nunca se le apaga.
El cuerpo canta
El cuerpo canta; la sangre aúlla; la tierra charla; la mar murmura; el cielo calla y el hombre escucha.
Horas serenas
Horas serenas del ocaso breve, cuando la mar se abraza con el cielo y se despierta el inmortal anhelo que al fundirse la lumbre, lumbre bebe. Copos perdidos de encendida nieve, las estrellas se posan en el suelo de la noche celeste, y su consuelo nos dan piadosas con su brillo leve. Como en concha sutil perla perdida, lágrima de las olas gemebundas, entre el cielo y la mar sobrecogida el alma cuaja luces moribundas y recoge en el lecho de su vida el poso de sus penas más profundas.
Incidente
doméstico
Traza la niña toscos garrapatos, de escritura remedo, me los presenta y dice con un mohín de inteligente gesto: "¿Qué dice aquí, papá?" Miro unas líneas que parecen versos. "¿Aquí?" "Sí, aquí; lo he escrito yo; ¿qué dice? porque yo no sé leerlo..." "¡Aquí no dice nada!", le contesté al momento. "¿Nada?", y se queda un rato pensativa -o así me lo parece, por lo menos, pues ¿está en los demás o está en nosotros eso a que damos en llamar talento?-. Luego, reflexionando, me decía: ¿Hice bien revelándole el secreto? -no el suyo ni el de aquellas toscas líneas, el mío, por supuesto-. ¿Sé yo si alguna musa misteriosa, un subterráneo genio, un espíritu errante que a la espera para encarnar está de humano cuerpo, no le dictó esas líneas de enigmáticos versos? ¿Sé yo si son la gráfica envoltura de un idioma de siglos venideros? ¿Sé yo si dicen algo? ¿He vivido yo acaso de ellas dentro? No dicen más los árboles, las nubes, los pájaros, los ríos, los luceros ... ¡No dicen más y nos lo dicen todo! ¿Quién sabe de secretos?
La Luna y la rosa
En el silencio estrellado la Luna daba a la rosa y el aroma de la noche le henchía -sedienta boca- el paladar del espíritu, que durmiendo su congoja se abría al cielo nocturno de Dios y su Madre toda... Toda cabellos tranquilos, la Luna, tranquila y sola, acariciaba a la Tierra con sus cabellos de rosa silvestre, blanca, escondida... La Tierra, desde sus rocas, exhalaba sus entrañas fundidas de amor, su aroma... Entre las zarzas, su nido, era otra luna la rosa, toda cabellos cuajados en la cuna, su corola; las cabelleras mejidas de la Luna y de la rosa y en el crisol de la noche fundidas en una sola... En el silencio estrellado la Luna daba a la rosa mientras la rosa se daba a la Luna, quieta y sola.
La mar ciñe
La mar ciñe a la noche en su regazo y la noche a la mar; la luna, ausente; se besan en los ojos y en la frente; los besos dejan misterioso trazo. Derrítense después en un abrazo, tiritan las estrellas con ardiente pasión de mero amor y el alma siente que noche y mar se enredan en su lazo. Y se baña en la obscura lejanía de su germen eterno, de su origen, cuando con ella Dios amanecía, y aunque los necios sabios leyes fijen, ve la piedad del alma la anarquía y que leyes no son las que nos rigen.
Madre,
llévame a la cama
Madre, llévame a la cama. Madre, llévame a la cama, que no me tengo de pie. Ven, hijo, Dios te bendiga y no te dejes caer. No te vayas de mi lado, cántame el cantar aquél. Me lo cantaba mi madre; de mocita lo olvidé, cuando te apreté a mis pechos contigo lo recordé. ¿Qué dice el cantar, mi madre, qué dice el cantar aquél? No dice, hijo mío, reza, reza palabras de miel; reza palabras de ensueño que nada dicen sin él. ¿Estás aquí, madre mía? porque no te logro ver... Estoy aquí, con tu sueño; duerme, hijo mío, con fe.
Muerte
Eres sueño de un dios; cuando despierte ¿al seno tornarás de que surgiste? Serás al cabo lo que un día fuiste? ¿Parto de desnacer será tu muerte? ¿El sueño yace en la vigilia inerte? Por dicha aquí el misterio nos asiste; para remedio de la vida triste, secreto inquebrantable es nuestra suerte. Deja en la niebla hundido tu futuro ve tranquilo a dar tu último paso, que cuanto menos luz, vas más seguro. ¿Aurora de otro mundo es nuestro ocaso? Sueña, alma mía, en tu sendero oscuro: "¡Morir... dormir... dormir... soñar acaso!"
Noche de luna llena
Noche blanca en que el agua cristalina duerme queda en su lecho de laguna, sobre la cual redonda llena luna que ejército de estrellas encamina. Vela, y se espeja una redonda encina en el espejo sin rizada alguna; noche blanca en que el agua hace de cuna de la más alta y más honda doctrina. Es un rasgón del cielo que abrazado tiene en sus brazos la Naturaleza; es un rasgón del cielo que ha posado y en el silencio de la noche reza la oración del amante resignado sólo al amor, que es su única riqueza.
¿Qué
es tu vida...?
¿Qué es tu vida, alma mía? ¿cuál tu pago?, ¡lluvia en el lago! ¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre? ¡viento en la cumbre! ¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva? ¡sombra en la cueva! ¡lluvia en el lago! ¡viento en la cumbre! ¡sombra en la cueva! Lágrimas es la lluvia desde el cielo, y es el viento sollozo sin partida, pesar la sombra sin ningún consuelo, y lluvia y viento y sombra hacen la vida.
Rimas
1 ¿Por qué esos lirios que los hielos matan? ¿Por qué esas rosas a que agosta el sol? ¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo se mueren en plumón? ¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas que no son de otras nuevas eslabón? ¿Por qué fue dique de tu sangre pura tu pobre corazón? ¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres del amor en la santa comunión? ¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma no dimos granazón? ¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos? ¿Por qué y para qué fuimos los dos? ¿Por qué y para qué es todo nada? ¿Por qué nos hizo Dios? 2 Cuando duerme una madre junto al niño duerme el niño dos veces; cuando duermo soñando en tu cariño mi eterno ensueño meces. Tu eterna imagen llevo de conducho para el viaje postrero; desde que en ti nací, una voz escucho que afirma lo que espero. Quien así quiso y así fue querido nació para la vida; sólo pierde la vida su sentido cuando el amor se olvida. Yo sé que me recuerdas en la tierra pues que yo te recuerdo, y cuando vuelva a la que tu alma encierra si te pierdo, me pierdo. Hasta que me venciste, mi batalla fue buscar la verdad; tú eres la única prueba que no falla de mi inmortalidad.
Sombra de humo
¡Sombra de humo cruza el prado! ¡Y que se va tan de prisa! ¡No da tiempo a la pesquisa de retener lo pasado! Terrible sombra de mito que de mi propio me arranca, ¿es acaso una palanca para hundirse en lo infinito? Espejo que me deshace mientras en él me estoy viendo, el hombre empieza muriendo desde el momento en que nace. El haz del alma te ahuma del humo al irse a la sombra, con su secreto te asombra y con su asombro te abruma.
Vendrá de
noche
Vendrá de noche cuando todo duerma, vendrá de noche cuando el alma enferma se emboce en vida, vendrá de noche con su paso quedo, vendrá de noche y posará su dedo sobre la herida. Vendrá de noche y su fugaz vislumbre volverá lumbre la fatal quejumbre; vendrá de noche con su rosario, soltará las perlas negro sol que da ceguera verlas, ¡todo un derroche! Vendrá de noche, noche nuestra madre, cuando a lo lejos el recuerdo ladre perdido agujero; vendrá de noche; apagará su paso mortal ladrido y dejará al ocaso largo agujero... ¿Vendrá una noche recogida y vasta? ¿Vendrá una noche maternal y casta de luna llena? Vendrá viniendo con venir eterno; vendrá una noche del postrer invierno... noche serena... Vendrá como se fue, como se ha ido -suena a lo lejos el fatal ladrido-, vendrá a la cita; será de noche mas que sea aurora, vendrá a su hora, cuando el aire llora, llora y medita... Vendrá de noche, en una noche clara, noche de luna que al dolor ampara, noche desnuda, vendrá... venir es porvenir... pasado que pasa y queda y que se queda al lado y nunca muda... Vendrá de noche, cuando el tiempo aguarda, cuando la tarde en las tinieblas tarda y espera al día, vendrá de noche, en una noche pura, cuando del sol la sangre se depura, del mediodía. Noche ha de hacerse en cuanto venga y llegue, y el corazón rendido se le entregue, noche serena, de noche ha de venir... ¿él, ella o ello? De noche ha de sellar su negro sello, noche sin pena. Vendrá la noche, la que da la vida, y en que la noche al fin el alma olvida, traerá la cura; vendrá la noche que lo cubre todo y espeja al cielo en el luciente lodo que lo depura. Vendrá de noche, sí, vendrá de noche, su negro sello servirá de broche que cierra el alma; vendrá de noche sin hacer ruido, se apagará a lo lejos el ladrido, vendrá la calma... vendrá la noche...
Y ¿qué
es eso...?
Y ¿qué es eso del Infierno? me dirás. Es el revés de lo eterno, nada más. Que yacer en el olvido del Señor es el infierno temido del Amor.
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